• Como el Espíritu Santo es espiritual y no material, puede estar con todos los creyentes del mundo simultáneamente. Por eso Jesús tuvo que dejar la tierra.

• Cuando desciende el Espíritu Santo, el fuego divide a los creyentes y crea diversidad. Sin embargo, en última instancia, la unidad fluye de esta diversidad, ya que todos alaban a Dios.

• Nuestra visión del mundo debe estar moldeada por la realidad de que somos hijos de Dios, guiados por su Espíritu. Él nos da dones, nos revela la verdad, nos guía y nos fortalece.

• El arrepentimiento es esencial para recibir el Espíritu Santo. Si no tenemos el Espíritu Santo en nosotros, entonces no tenemos una relación con Jesús.

John 16:6–7

Genesis 11

Joel 2

Romans 8:14

Romans 12

1 Corinthians 12

Ephesians 4

Galatians 5

1 Peter 3

El sermón se centra en el prólogo del Evangelio de Juan, destacando la identidad de Jesús como el Logos, la Palabra de Dios, que existía desde el principio y es la razón de la creación. Jesús no es simplemente un profeta o maestro, sino Dios mismo que se hizo carne para habitar entre nosotros. La luz que Jesús trae al mundo disipa la oscuridad del pecado y revela la belleza de la creación. A través de Jesús, tenemos la oportunidad de ser hijos de Dios, naciendo de nuevo por medio de la fe en Él. El sermón enfatiza la importancia de reconocer a Jesús como la luz y la vida, y cómo esto debe transformar nuestra manera de vivir.

• Jesús como el Logos: Jesús es la Palabra de Dios, el Logos, que existía desde el principio y es la razón y el orden detrás de toda la creación. Él no es una creación de Dios, sino el Creador mismo.

• La Luz que Disipa la Oscuridad: Jesús es la luz que brilla en la oscuridad, y la oscuridad no puede apagarla. Esta luz no sólo da vida, sino que también redime y revela la verdad.

• Encarnación de Dios: Jesús, siendo Dios, se hizo carne y habitó entre nosotros, trayendo gracia y verdad. Esto muestra el amor de Dios al ponerse a nuestro nivel para comunicarse con nosotros y ofrecer salvación.

• Hijos de Dios por Fe: A través de la fe en Jesús, tenemos el derecho de ser llamados hijos de Dios. Este nuevo nacimiento no es físico, sino espiritual, y transforma nuestra identidad y relación con Dios.

2 Corinthians 5:21 (ESV) Mark 5:7–20

Philippians 2:7 Matthew 26:38–39

John 16:7 Revelation 16

Matthew 3:13–17 John 18

1 Samuel 16:13 1 Thessalonians 5:19

Romans 8:9–11 John 14

• 1. La Presencia y el Poder de Dios:
     
     • La enseñanza enfatiza que el poder para vivir una vida que honra a Dios proviene de su presencia en nosotros. Sin esta conexión, no podemos cumplir con el propósito que Dios tiene para nuestras vidas.
• 1. El Plan Redentor de Dios:
     
     • A lo largo de la historia bíblica, Dios ha estado persiguiendo a la humanidad para redimir y restaurar su creación. Desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo, vemos a Dios buscando una relación con su pueblo, culminando en la obra redentora de Jesucristo.
• 1. El Nuevo Pacto en Cristo:
     
     • A través de Jesús, tenemos acceso directo a Dios y su presencia. Jesús es el mediador del nuevo pacto, y su sacrificio nos permite vivir en una relación restaurada con Dios, disfrutando de su perdón y poder para representar a Dios al mundo.

Exodus 29

Matthew 5:14

Leviticus 9–10

Hebrews 12:24