La Montaña de Dios

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En el Sinaí, vemos dos características paradójicas de Dios: su trascendencia como un poder santo y aterrador cuya mera presencia destruirá a quienes se acerquen demasiado; y su inmanencia como un Dios relacional que desciende para acercarse a su pueblo. La escena presagia a Jesús, la plenitud de Yahvé envuelta en carne: Emanuel, Dios con nosotros.