DÍA 3: El Amor que Corrige

DÍA 3: El Amor que Corrige

Lectura

Yo corrijo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé diligente y arrepiéntete de tu indiferencia.

»¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigos.

Apocalipsis 3:19-20

Versículo Clave

Yo corrijo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé diligente y arrepiéntete de tu indiferencia.

Apocalipsis 3:19

Reflexiona

Jesús continúa su mensaje a la iglesia de Laodicea con una verdad crucial: la corrección es una muestra de su amor. En los versículos anteriores, Él reveló la pobreza espiritual de esta iglesia y les ofreció una solución (Apocalipsis 3:18). Ahora, enfatiza que su disciplina no es castigo, sino una invitación a la restauración.

La corrección es amor: Jesús no nos disciplina para destruirnos, sino para transformarnos. Como un padre que corrige a su hijo por amor, Dios nos guía hacia lo mejor para nosotros (Hebreos 12:6).

Un llamado a la acción: La indiferencia espiritual es peligrosa. Jesús llama a la iglesia (y a cada uno de nosotros) a ser diligentes y arrepentirnos. No basta con reconocer el problema; debemos responder con una actitud de cambio.

Un Salvador que llama: En el siguiente versículo (v.20), Jesús nos da una imagen conmovedora: Él está a la puerta y llama. Esto demuestra su paciencia y deseo de comunión con nosotros. No nos obliga, sino que nos invita a abrirle el corazón.

Este mensaje nos desafía a examinar nuestra relación con Cristo. ¿Somos indiferentes a su voz? ¿Estamos dispuestos a recibir su corrección con humildad? Su disciplina es un regalo de amor, no una condena.

Preguntas de Reflexión

¿Cómo he respondido a la corrección de Dios en mi vida? ¿La resisto o la acepto con humildad?
¿He caído en la indiferencia espiritual? ¿Qué pasos puedo tomar para reavivar mi relación con Jesús?

¿Estoy dispuesto a abrirle la puerta a Cristo y permitir que transforme mi vida?

Oración

Padre amoroso, gracias por tu corrección que me guía hacia la vida. Ayúdame a recibir tu disciplina con un corazón abierto y a arrepentirme de mi indiferencia. No quiero ignorar tu voz, sino responder con amor y obediencia. Entra en mi vida y transforma mi corazón. Amén.