DÍA 2: La Verdadera Riqueza
Lectura
»No almacenes tesoros aquí en la tierra, donde las polillas se los comen y el óxido los destruye, y donde los ladrones entran y roban. Almacena tus tesoros en el cielo, donde las polillas y el óxido no pueden destruir, y los ladrones no entran a robar. Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de tu corazón.
Mateo 6:19-21
En el Sermón del Monte, Jesús está enseñando principios del Reino que contrastan radicalmente con los valores del mundo. Aquí, Él nos llama a desenfocarnos de las riquezas materiales y a invertir en aquello que tiene valor eterno. Guardar tesoros en el cielo significa vivir una vida que refleje los valores del Reino: generosidad, justicia y amor.
Versículo Clave
»Yo sé de tu sufrimiento y tu pobreza, ¡pero tú eres rico! Conozco la blasfemia de los que se te oponen. Dicen ser judíos pero no lo son, porque su sinagoga le pertenece a Satanás.
Apocalipsis 2:9
Reflexiona
Este pasaje nos desafía no solo a reflexionar sobre lo que valoramos, sino a evaluar cómo nuestras prioridades se reflejan en nuestras decisiones diarias.
¿Cómo se ve esto en la vida diaria?
- Revisa tu “inversión” diaria: ¿Dónde estás invirtiendo más tiempo, energía y recursos? ¿En cosas que solo tienen valor temporal (dinero, posesiones, estatus), o en relaciones, servicio y crecimiento espiritual que tienen valor eterno?
- Practica la Generosidad Activa: Si crees que tus verdaderos tesoros están en el cielo, ¿cómo estás usando tus recursos hoy? Tal vez es momento de dar más, no solo financieramente, sino también en tiempo y habilidades, confiando en que Dios provee.
- Encuentra tu valor en Cristo, no en las circunstancias: ¿Tu autoestima o paz fluctúan según tu situación económica o tus logros? Recuerda que, al igual que la iglesia de Esmirna, puedes estar atravesando tiempos difíciles y aún ser “rico” en lo que verdaderamente importa.
Oración
Dios eterno, gracias por recordarnos que nuestra verdadera riqueza está en ti. Ayúdanos a valorar lo eterno sobre lo temporal y a vivir con la certeza de que somos ricos en tu amor y gracia. Que nuestra fe sea un testimonio de tu poder y bondad, incluso en medio de la adversidad. Amén.