DÍA 1: Esperanza en la Restauración de Dios
Lectura
»¡Miren! Estoy creando cielos nuevos y una tierra nueva,
y nadie volverá siquiera a pensar en los anteriores.
Alégrense; regocíjense para siempre en mi creación.
¡Y miren! Yo crearé una Jerusalén que será un lugar de felicidad,
y su pueblo será fuente de alegría.
Me gozaré por Jerusalén
y me deleitaré en mi pueblo.
Y el sonido de los llantos y los lamentos
jamás se oirá en ella.
»Los bebés ya no morirán a los pocos días de haber nacido,
ni los adultos morirán antes de haber tenido una vida plena.
Nunca más se considerará anciano a alguien que tenga cien años;
solamente los malditos morirán tan jóvenes.
En esos días, la gente habitará en las casas que construya
y comerá del fruto de sus propios viñedos.
A diferencia del pasado, los invasores no les quitarán sus casas
ni les confiscarán sus viñedos.
Pues mi pueblo vivirá tantos años como los árboles,
y mis escogidos tendrán tiempo para disfrutar de lo adquirido con su arduo trabajo.
No trabajarán en vano,
y sus hijos no estarán condenados a la desgracia,
porque son un pueblo bendecido por el Señor,
y sus hijos también serán bendecidos.
Les responderé antes que me llamen.
Cuando aún estén hablando de lo que necesiten,
¡me adelantaré y responderé a sus oraciones!
El lobo y el cordero comerán juntos.
El león comerá heno, como el buey;
pero las serpientes comerán polvo.
En esos días, nadie será herido ni destruido en mi monte santo.
¡Yo, el Señor, he hablado!».
Isaías 65:17-25
Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y también el mar. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde la presencia de Dios, como una novia hermosamente vestida para su esposo.
Oí una fuerte voz que salía del trono y decía: «¡Miren, el hogar de Dios ahora está entre su pueblo! Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos. Él les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más».
Y el que estaba sentado en el trono dijo: «¡Miren, hago nuevas todas las cosas!». Entonces me dijo: «Escribe esto, porque lo que te digo es verdadero y digno de confianza». También dijo: «¡Todo ha terminado! Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. A todo el que tenga sed, yo le daré a beber gratuitamente de los manantiales del agua de la vida. Los que salgan vencedores heredarán todas esas bendiciones, y yo seré su Dios, y ellos serán mis hijos.
»Pero los cobardes, los incrédulos, los corruptos, los asesinos, los que cometen inmoralidades sexuales, los que practican la brujería, los que rinden culto a ídolos y todos los mentirosos, tendrán su destino en el lago de fuego que arde con azufre. Esta es la segunda muerte».
Apocalipsis 21:1-8
En Isaías, Dios promete una nueva creación donde todo lo anterior será olvidado y la alegría llenará a su pueblo. Apocalipsis 21 retoma esta esperanza con una visión gloriosa del fin: un cielo nuevo, una tierra nueva, y la restauración plena de la comunión con Dios. No habrá más muerte ni llanto, y Dios morará con Su pueblo.
Versículo Clave
Él les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más».
Apocalipsis 21:4
Reflexiona
En estos pasajes, Dios promete un nuevo cielo y una nueva tierra, un lugar donde no habrá más sufrimiento ni muerte. Esta es una visión de esperanza y restauración, donde Dios hace nuevas todas las cosas. La promesa de un futuro sin dolor nos recuerda que, aunque enfrentamos dificultades ahora, hay una esperanza eterna en Cristo. ¿Cómo te afecta saber que Dios promete un futuro sin dolor ni sufrimiento? ¿De qué manera puedes compartir esta esperanza con alguien que está pasando por un momento difícil?
La vida está marcada por pérdidas, enfermedades, frustraciones y dolor. A menudo intentamos encontrar alivio inmediato o soluciones temporales. Pero Dios nos invita a levantar la mirada y ver más allá del presente. Su promesa no es sólo consuelo emocional, es la garantía de una transformación completa: todo lo roto será sanado, todo lo injusto corregido, y toda lágrima enjugada por Él mismo. Este no es un escape de la realidad, sino la realidad final hacia la que se dirige toda la historia redentora. Vivir con esta esperanza cambia la forma en que sufrimos, oramos, y acompañamos a otros. Nos permite amar más allá del miedo, servir con alegría y perseverar con propósito.
¿Qué emociones surgen en ti al imaginar un futuro sin dolor, muerte ni lágrimas?
¿En qué momentos has olvidado que Dios tiene la última palabra sobre el sufrimiento?
¿Cómo cambia tu manera de enfrentar el presente cuando tu esperanza está anclada en la restauración futura?
¿Quién en tu entorno necesita escuchar hoy sobre esta esperanza eterna? ¿Cómo puedes compartirla con sensibilidad y verdad?
Oración
Señor, en medio del dolor y la incertidumbre, gracias por la certeza de Tu promesa. Ayúdame a vivir cada día recordando que las primeras cosas pasarán, y que Tú harás todo nuevo. Enséñame a compartir esta esperanza con compasión, para que otros también puedan encontrar descanso en Ti. Amén.