DÍA 4: La Esperanza de la Victoria
Lectura
Cuando me di vuelta para ver quién me hablaba, vi siete candelabros de oro. Y de pie en medio de los candelabros había alguien semejante al Hijo del Hombre. Vestía una túnica larga con una banda de oro que cruzaba el pecho. La cabeza y el cabello eran blancos como la lana, tan blancos como la nieve, y los ojos eran como llamas de fuego. Los pies eran como bronce pulido refinado en un horno, y su voz tronaba como potentes olas del mar. Tenía siete estrellas en la mano derecha, y una espada aguda de doble filo salía de su boca. Y la cara era semejante al sol cuando brilla en todo su esplendor.
Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto; pero él puso la mano derecha sobre mí y me dijo: «¡No tengas miedo! Yo soy el Primero y el Último. Yo soy el que vive. Estuve muerto, ¡pero mira! ¡Ahora estoy vivo por siempre y para siempre! Y tengo en mi poder las llaves de la muerte y de la tumba.
»Escribe lo que has visto, tanto las cosas que suceden ahora, como las que van a suceder. Este es el significado del misterio de las siete estrellas que viste en mi mano derecha y de los siete candelabros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candelabros son las siete iglesias.
Apocalipsis 1:12-20
Versículo Clave
Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto; pero él puso la mano derecha sobre mí y me dijo: «¡No tengas miedo! Yo soy el Primero y el Último. Yo soy el que vive. Estuve muerto, ¡pero mira! ¡Ahora estoy vivo por siempre y para siempre! Y tengo en mi poder las llaves de la muerte y de la tumba.
Apocalipsis 1:17-18
Reflexiona
La visión de Cristo resucitado en Apocalipsis nos ofrece una poderosa esperanza. Él es el que vive, el que ha vencido la muerte, y tiene en Su poder las llaves de la muerte y de la tumba. Esta victoria nos asegura que, aunque enfrentemos pruebas y sufrimientos, nuestra esperanza está en Cristo, quien ha triunfado sobre el mal. Al vivir con esta esperanza, somos llamados a no temer, sino a confiar en Su poder y amor. Nuestra vida tiene un propósito eterno, y estamos invitados a participar en Su obra redentora, reflejando Su victoria al mundo.
Oración
Señor resucitado, gracias por Tu victoria sobre la muerte y por darnos esperanza eterna. Ayúdanos a vivir sin temor, confiando en Tu poder y amor. Que nuestras vidas sean un testimonio de Tu victoria y un reflejo de Tu gloria. Amén.