DÍA 4: Ser Testigos de Cristo
El Espíritu Santo nos capacita para ser testigos de Cristo en el mundo. Estamos llamados a compartir el amor y el mensaje de Jesús en nuestras familias, comunidades y más allá.
Lectura
«Pero tú eres mi testigo, oh Israel—dice el Señor—.
Tú eres mi siervo.
Tú has sido escogido para conocerme, para creer en mí
y comprender que solo yo soy Dios.
No hay otro Dios;
nunca lo hubo y nunca lo habrá.
Yo, sí, yo soy el Señor,
y no hay otro Salvador.
Primero predije tu rescate,
y después te salvé y lo proclamé ante el mundo.
Ningún dios extranjero jamás lo ha hecho.
Tú, Israel, eres testigo de que yo soy el único Dios
—dice el Señor—.
Isaías 43:10-12
pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes; y serán mis testigos, y le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes: en Jerusalén, por toda Judea, en Samaria y hasta los lugares más lejanos de la tierra.
Hechos 1:8
Desde el Antiguo Testamento, Dios dejó claro que su pueblo no era llamado solo a conocerle, sino también a dar testimonio de quién es Él ante el mundo. Isaías 43 nos muestra a un Dios que escoge testigos, no porque sean perfectos, sino porque Él ha hecho una obra en ellos. Son personas que lo han visto actuar, han experimentado su salvación y ahora tienen una historia que contar.
En Hechos 1:8, Jesús reafirma este llamado con poder renovado. Sus discípulos no iban a ser testigos en sus propias fuerzas, sino capacitados por el Espíritu Santo. El testimonio no es solo un mensaje que se pronuncia, es una vida transformada que se muestra.
Versículo Clave
pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes; y serán mis testigos, y le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes: en Jerusalén, por toda Judea, en Samaria y hasta los lugares más lejanos de la tierra.
Hechos 1:8
Reflexiona
Ser testigo no es una tarea reservada a pastores, misioneros o líderes visibles. Es un llamado para todo hijo de Dios. Donde vives, donde trabajas, donde haces vida: allí eres enviado.
Tu testimonio comienza con lo que el Espíritu ha hecho en ti: cómo te encontró, cómo te sostuvo, cómo te sigue transformando. Testificar no siempre implica hablar mucho, pero sí vivir con coherencia. Tus reacciones, tus palabras, tu compasión, tu integridad… todo habla.
El Espíritu Santo no solo te da el mensaje; te da también el poder, la valentía y la dirección para compartirlo. Él abre oportunidades, toca corazones y prepara los momentos. Tú solo necesitas estar dispuesto y disponible.
Preguntas de Aplicación:
-¿De qué maneras concretas estás testificando del amor y la gracia de Cristo en tu día a día?
-¿Hay personas a tu alrededor con quienes el Espíritu te está impulsando a compartir el evangelio?
-¿Qué obstáculos personales necesitas entregar a Dios para que tu vida sea un testimonio más claro y valiente?
Oración
Espíritu Santo, gracias porque no me dejas solo en la misión que me has dado. Lléname de tu poder, de tu sabiduría y tu amor. Dame ojos para ver las oportunidades que me rodean y un corazón valiente para hablar de Cristo con verdad y compasión. Que mi vida, más que mis palabras, sea un reflejo fiel de tu obra en mí. Amén.