DÍA 4: Representando a Dios al Mundo

DÍA 4: Representando a Dios al Mundo

Lectura

Pero ustedes no son así porque son un pueblo elegido. Son sacerdotes del Rey, una nación santa, posesión exclusiva de Dios. Por eso pueden mostrar a otros la bondad de Dios, pues él los ha llamado a salir de la oscuridad y entrar en su luz maravillosa.

«Antes no tenían identidad como pueblo,
ahora son pueblo de Dios.
Antes no recibieron misericordia,
ahora han recibido la misericordia de Dios».

Queridos amigos, ya que son «extranjeros y residentes temporales», les advierto que se alejen de los deseos mundanos, que luchan contra el alma. Procuren llevar una vida ejemplar entre sus vecinos no creyentes. Así, por más que ellos los acusen de actuar mal, verán que ustedes tienen una conducta honorable y le darán honra a Dios cuando él juzgue al mundo.

1 Pedro 2:9-12

»Ustedes son la sal de la tierra. Pero ¿para qué sirve la sal si ha perdido su sabor? ¿Pueden lograr que vuelva a ser salada? La descartarán y la pisotearán como algo que no tiene ningún valor.

»Ustedes son la luz del mundo, como una ciudad en lo alto de una colina que no puede esconderse. Nadie enciende una lámpara y luego la pone debajo de una canasta. En cambio, la coloca en un lugar alto donde ilumina a todos los que están en la casa. De la misma manera, dejen que sus buenas acciones brillen a la vista de todos, para que todos alaben a su Padre celestial.

Mateo 5:13-16

En 1 Pedro 2, el apóstol recuerda a los creyentes su nueva identidad: un pueblo escogido, real sacerdocio, nación santa y posesión de Dios. Esta identidad no es solo un título, sino un llamado a vivir de forma que otros vean la luz de Dios en nosotros. Somos embajadores de su bondad, llamados a dejar atrás las tinieblas y vivir en su luz admirable.

Por otro lado, en Mateo 5, Jesús enseña que sus seguidores son la sal de la tierra y la luz del mundo. La sal preserva y da sabor, y la luz ilumina el camino. De la misma manera, nuestras vidas deben influenciar el mundo, no para nuestra gloria, sino para que otros glorifiquen a Dios al ver nuestras buenas obras.

Versículo Clave

Pero ustedes no son así porque son un pueblo elegido. Son sacerdotes del Rey, una nación santa, posesión exclusiva de Dios. Por eso pueden mostrar a otros la bondad de Dios, pues él los ha llamado a salir de la oscuridad y entrar en su luz maravillosa.

1 Pedro 2:9

Reflexiona

Dios no solo nos ha salvado del pecado, también nos ha dado una nueva identidad y una misión. No somos un pueblo común; somos su pueblo, su posesión, sus representantes. Esta verdad transforma profundamente la manera en la que vivimos y nos relacionamos con los demás.

La sociedad actual está hambrienta de esperanza, verdad, integridad y amor genuino. Como seguidores de Cristo, estamos llamados a ser esa luz y sal que transforma y preserva, que alumbra y da sentido. No se trata simplemente de tener buenas intenciones, sino de vivir con una intencionalidad santa que muestre el carácter de Dios en nuestras acciones diarias.

Vivir como representantes de Dios requiere coherencia entre lo que creemos y lo que hacemos. Significa amar cuando es difícil, servir sin buscar reconocimiento, y caminar en integridad incluso cuando nadie nos observa. Esta forma de vida es un testimonio vivo que puede llevar a otros a preguntarse por qué vivimos así, abriendo la puerta para compartir la esperanza que hay en nosotros.

El mundo necesita ver a Cristo reflejado en nosotros. No por perfección, sino por transformación. Cada vez que decidimos perdonar, hablar con gracia, actuar con justicia o servir con humildad, estamos siendo luz. Estamos representando al Dios que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable.

Preguntas de Reflexión:-

¿De qué maneras estás mostrando la bondad de Dios en tu entorno familiar, laboral o social?

-¿Qué áreas de tu vida necesitan alinearse más con la identidad que Dios te ha dado como su representante?

-¿Qué significa para ti ser "la luz del mundo" en la práctica diaria?

Oración

Dios, gracias por elegirme y darme una nueva identidad en Cristo. Ayúdame a vivir como tu representante en este mundo, siendo sal y luz donde me has colocado. Que mi vida refleje tu bondad, tu verdad y tu amor, para que otros te conozcan a través de mí. Amén.