DÍA 4: Cuando culpo a Dios por mi Dolor

DÍA 4: Cuando culpo a Dios por mi Dolor

Lectura

Antiguo Testamento: Éxodo 5:19–22

Los líderes del pueblo, frustrados por la opresión, se vuelven contra Moisés, y este, a su vez, le reclama a Dios. “¿Por qué me enviaste?” pregunta, al ver que las cosas han empeorado.

Nuevo Testamento: Romanos 8:24–28

En Romanos, Pablo nos recuerda que Dios hace que todas las cosas, incluso el dolor, cooperen para nuestro bien.

Versículo Clave

Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos.

Romanos 8:28

Reflexiona

En los momentos más oscuros, cuando nada parece mejorar y el sufrimiento pareciera que nos ahoga, es natural mirar al cielo y decir: “¿Dónde estás, Dios? ¿Por qué permites esto?” Moisés, el mismo hombre que vio la zarza ardiendo y escuchó la voz de Dios, ahora está confundido, frustrado… tal vez hasta decepcionado.

Pero esta honestidad no lo aleja de Dios. Lo lleva directo a Él. Dios no teme nuestras preguntas ni nuestras lágrimas. Él escucha cuando el corazón duele. Y aunque no siempre nos da respuestas inmediatas, nos da su presencia y su promesa: todo coopera para bien, piensa en qué oportunidad tan grande se presenta, ante nuestras dudas y preguntas a Dios el nos da la oportunidad de acercarnos a él y buscarlo, para preguntarle todo, porque él lo sabe todo.

Romanos 8 no niega el dolor, pero nos recuerda que hay un propósito eterno que se está entretejiendo aún en medio de la frustración. Lo que hoy parece una pérdida, mañana puede ser una parte esencial de nuestra redención. Dios no desperdicia nada.

Cuando no entiendes lo que Dios hace, confía en quién es Él.

Preguntas de Reflexión:

-¿Has sentido alguna vez que Dios no respondió como esperabas?

-¿Qué te ayuda a seguir confiando en Dios cuando estás decepcionado?

-¿Qué podrías hacer hoy para llevar tus dudas y frustraciones a Dios con honestidad?

Oración

Señor, cuando mi corazón se siente confundido y mi alma desanimada, recuérdame que estás conmigo. Aunque no entienda tus caminos, ayúdame a confiar en tu carácter. Que mi dolor no me aleje de ti, sino que me acerque más a tu corazón. Amén.