DÍA 1: Adorar solo a Él: obediencia que purifica el corazón
Lectura
Antiguo Testamento: Éxodo 20:22–26
Dios prohíbe levantar altares ostentosos o ídolos, recordando que la adoración debe ser sencilla y centrada en Él. La pureza del corazón vale más que la apariencia externa.
Nuevo Testamento: Juan 4:23–24
Jesús enseña que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, sin depender de lugares ni formas externas, sino desde la sinceridad interior.
Versículo Clave
Recuerden que no deben hacer ningún ídolo ni de plata ni de oro que compita conmigo.
Éxodo 20:23
Reflexiona
En un mundo lleno de pantallas, logros y comparaciones, el corazón fácilmente fabrica altares invisibles. No son figuras de plata ni de oro, pero pueden ser nuestras expectativas, la aprobación del entorno o el deseo constante de control. Dios no compite con lo que amamos; nos invita a amarlo por encima de todo porque sabe que solo ahí encontramos libertad interior. Adorar “en espíritu y en verdad” significa vivir con una conciencia transparente delante de Dios, sin apariencias, sin manipular, sin doble agenda.
En tu día a día, el altar está en cada decisión: cómo comienzas la mañana, cómo respondes bajo presión o qué sostienes cuando nadie te ve. Purificar la adoración es elegir las motivaciones correctas, recordar que Dios está más interesado en tu sinceridad que en tu presentación. El corazón sencillo se vuelve el mejor altar.
Preguntas de reflexión
-¿Qué cosas compiten hoy por el primer lugar en mi corazón?
-¿Cómo puedo hacer de mi rutina una forma práctica de adoración sincera?
-¿Qué hábitos o pensamientos necesito rendir para volver al centro de Dios?
Oración
Señor, limpia mi corazón de ídolos escondidos. Que todo lo que haga sea una expresión de amor y verdad hacia Ti. Enséñame a adorarte sin adornos, con mi vida como altar. Amén