¿Cuántas veces repetimos: “no tengo tiempo” o “el día me pasó volando?” En este boletín vamos a profundizar en la mentira: No tengo tiempo suficiente. Ya sea que seas estudiante, soltera, casada, con niños pequeños, adolescentes o que ya tengas el nido vacío, solemos pensar que cuando pase esta temporada tendremos más tiempo para hacer lo que hoy no logramos. Pero te tengo noticias: cualquiera que sea la etapa en la que estés, el tiempo nunca será suficiente… a menos que cambie tu enfoque.

Cuando creemos que las horas nunca alcanzan, en realidad estamos mirando nuestra vida como si dependiera de la escasez y no de la abundancia de Dios. El Salmo 31 nos dice a lo largo de sus versículos que nuestra vida está en manos del Señor. Nosotras no somos dueñas del tiempo; cada día es un regalo planeado por Dios. Si contamos con veinticuatro horas, esas son exactamente las horas que necesitamos para cumplir con su voluntad.

Cuando decimos “me falta tiempo”, no hacemos otra cosa que dudar de su sabiduría y olvidamos que Dios no se equivoca en lo que nos da. El asunto no es cuántas tareas logramos hacer, sino si estamos viviendo en obediencia a su voluntad.

En mi caso, la mentira de “no me alcanza el tiempo” me lleva al estrés, y en esos momentos mis respuestas no reflejan a Cristo. ¡Me encierro en mí misma, me pongo sarcástica y hasta grito! (pueden preguntarle a mi esposo). Pero la verdad que encontramos en Juan 4 me recuerda que sí hay tiempo suficiente cuando me alineo con lo que Dios quiere que haga, y no con lo que yo quiero hacer.

Jesús mismo nos muestra el camino. En el evangelio de Juan (capítulo 4, especialmente los versículos 31 al 38), vemos que Él entendía que su alimento era hacer la voluntad del Padre y terminar su obra. Su vida, aunque breve en años, tuvo un propósito eterno porque cada paso respondía al plan divino. No lo vemos ansioso ni quejándose por la falta de horas, sino caminando con paciencia y amor, dedicándose a lo que verdaderamente vale la pena.

Otra verdad que encuentro en la vida de Jesús, y que me ayuda a combatir esta mentira, está en Mateo 6:25-34. Allí Jesús me recuerda que no debo afanarme por lo cotidiano, sino buscar primero el reino de Dios. Cuando lo pongo en el centro, Él me asegura que lo demás vendrá por añadidura, incluso mi relación con el tiempo. Al comenzar el día con Dios, las horas y los quehaceres toman un nuevo sentido. En medio de un mundo lleno de ocupaciones, necesito ser intencional en cambiar mi enfoque y descansar en Él.

El descanso, de hecho, es un área en la que personalmente batallo bastante, porque a veces creo la mentira de que estoy perdiendo el tiempo cuando estoy descansando. Sin embargo, la Palabra de Dios viene una y otra vez a mi rescate. Hebreos 4 nos recuerda que el verdadero reposo forma parte de la vida de fe y nos enseña que detenernos no es perder tiempo, sino reconocer que Dios sigue obrando aunque nosotras paremos. Al descansar confesamos que el mundo no depende de nuestro esfuerzo, sino de su poder. La mentira de la falta de tiempo produce frustración y agotamiento, pero la verdad del Evangelio nos da descanso, propósito y libertad. El tiempo alcanza porque Dios es suficiente y Sus planes son perfectos.

Con cariño,

Andrea Alicata

Toma un tiempo para leer, meditar y pensar en las siguientes Escrituras:

Salmo 31

Me gozaré y me alegraré en tu amor inagotable, porque has visto mis dificultades y te preocupas por la angustia de mi alma. No me entregaste a mis enemigos, sino que me pusiste en un lugar seguro.

Mateo 6:19-34

»Así que no se preocupen por todo eso diciendo: “¿Qué comeremos?, ¿qué beberemos?, ¿qué ropa nos pondremos?”. Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos, pero su Padre celestial ya conoce todas sus necesidades. Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten.

Hebreos 4

«Cuando llegó el séptimo día, Dios descansó de toda su labor»

Te animamos a que utilices estas preguntas para pensar, meditar y para compartir tus respuestas con alguien cercano (una amiga, un familiar o tu comunidad).

1. ¿En qué áreas de mi vida estoy creyendo la mentira de “no tengo tiempo suficiente” y cómo cambiaría mi perspectiva si confiara plenamente en que Dios me da el tiempo necesario?
   
   
2. ¿Cómo puedo empezar cada día buscando primero el reino de Dios para que mis horas y quehaceres tengan un nuevo sentido?
   
   
3. ¿De qué manera puedo practicar el descanso como un acto de fe, confiando en que Dios sigue obrando aunque yo pause?