Boletín Mujeres en Gracia: Elegir la Verdad en lugar de las Mentiras | Julio 2025
“¿De verdad Dios me perdonó?”
Cuando la culpa no se quiere ir - Aquí estoy, una vez más, sentada en silencio, con la mente llena de preguntas. Me pregunto si Dios realmente me ha perdonado. Él conoce todo de mí. Todo. Incluso lo que nadie más sabe. Las cosas que hice, las palabras que dije, las decisiones que tomé… Las que todavía me duelen recordar.
No sé si te ha pasado, pero a veces regresa ese pensamiento incómodo: “¿Y si no estoy realmente perdonada?” He pedido perdón una y otra vez. Pero hay una especie de espina, una semilla que no quiero ahí, que vuelve a recordarme lo que hice. Me pregunto si ese pecado sigue colgado sobre mí como una etiqueta que no puedo quitarme. Me pregunto si eso me sigue definiendo.
¿Cómo puedo saber si soy verdaderamente libre? A veces pienso:
“Si tengo que seguir pidiendo perdón por lo mismo, ¿será que no he sido libre todavía? ¿Será que no he creído de verdad que Su perdón es suficiente?”
Pero entonces, la Palabra me habla con claridad, como un bálsamo a mi alma:
Yo, sí, yo solo, borraré tus pecados por amor a mí mismo y nunca volveré a pensar en ellos.— Isaías 43:25
Dios lo dice. Gracias a Cristo y Su sacrificio, Él borra mis pecados. Él decide no recordarlos más. No porque yo lo merezca, sino por amor de Él mismo. Porque así es Su carácter: misericordioso, fiel, lleno de gracia.
Entonces, ¿por qué vuelvo a dudar? Mentiras que susurran en la mente. Reconozco que esta es una de las mentiras más persistentes del enemigo. Satanás sabe que si logra que dude del perdón de Dios, también logrará desenfocarme, desanimarme y hacerme vivir atada a una culpa que Cristo ya cargó por mí. Él es el "acusador de los hermanos" (Apocalipsis 12:10), y su estrategia siempre ha sido la misma: sembrar duda sobre lo que Dios ya dijo.
Pero la verdad es más fuerte que la mentira:
“Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” — 1 Juan 1:9
“Así que, ahora ya no hay condenación para los que están unidos a Cristo Jesús.” — Romanos 8:1
“Él perdona todas tus iniquidades… Él no nos trata conforme a nuestros pecados.” — Salmo 103:3,10
La culpa no es tu identidad. Cuando vivimos arrepentidas y nos volvemos a Cristo con un corazón sincero, Su perdón no es a medias, ni condicional, ni temporal. Es completo. Total. Irrevocable.
La lucha, sin embargo, muchas veces continúa en la mente. La mentira toca la puerta, y hay que recordarnos la verdad una y otra vez. No es que no haya perdón, es que hay un enemigo que quiere hacerme olvidar que ya fui perdonada.
Y he notado algo: mientras más tiempo paso en Su Palabra, menos espacio tiene la mentira. La verdad llena mi mente y el pensamiento acusador pierde fuerza.
Con todo mi corazón les abrazo
Mariagracia Chirinos
Leer:
Toma un tiempo para leer, meditar y pensar en las siguientes Escrituras:
Que todo lo que soy alabe al Señor; que nunca olvide todas las cosas buenas que hace por mí. Él perdona todos mis pecados y sana todas mis enfermedades.
Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Así que Dios hizo lo que la ley no podía hacer. Él envió a su propio Hijo en un cuerpo como el que nosotros los pecadores tenemos; y en ese cuerpo, mediante la entrega de su Hijo como sacrificio por nuestros pecados, Dios declaró el fin del dominio que el pecado tenía sobre nosotros.
Reflexionar:
Te animamos a que utilices estas preguntas para pensar, meditar y para compartir tus respuestas con alguien cercano (una amiga, un familiar o tu comunidad).
- ¿Alguna vez has sentido que no has sido perdonada por completo?
- ¿Qué recuerdos o pensamientos vuelven a tu mente para hacerte dudar?
- ¿Qué armas espirituales estás usando para combatir esa mentira?
- ¿Estás llenando tu mente con la Palabra o permitiendo que la culpa hable más fuerte?
Para continuar profundizando:
- Escribe los versículos que afirman el perdón de Dios y léelos cada mañana.
- Haz una lista de las mentiras que sueles creer y enfréntalas con la verdad de la Biblia.
- Comparte con una hermana en Cristo sobre esto. La confesión y el apoyo mutuo traen libertad (Santiago 5:16).