Boletín Mujeres en Gracia: Elegir la Verdad en lugar de las Mentiras | Mayo 2025
En esta edición abordaremos la mentira, “Mi pecado no es tan grave”. La Biblia define el pecado como la transgresión de la ley de Dios, es decir, hacer algo que va en contra de Sus normas. También se describe como una rebelión contra Él. En 1 Juan 3:4 leemos: “Todo el que peca viola la ley de Dios, porque TODO pecado va en contra de la ley de Dios” (énfasis añadido). Con frecuencia no tomamos en serio el mandato de obedecer la ley divina y con facilidad la violamos.
Satanás en su orgullo pecó contra Dios al envidiar su trono y desear ser mayor que Él. (Isaías 14:12-15). En Génesis 3 vemos cómo tentó a Adán y Eva, quienes se rebelaron contra Dios y Su mandato. Desde entonces, el pecado se extendió a través de todas las generaciones de la humanidad. “Cuando Adán pecó, el pecado entró en el mundo. El pecado de Adán introdujo la muerte, de modo que la muerte se extendió a todos, porque todos pecaron.” (Romanos 5:12).
Tendemos a categorizar los pecados. Consideramos que algunos como el chisme, la ira, la envidia, los celos o la idolatría no son tan graves comparados con el homicidio, el adulterio o la fornicación. Sin embargo, en Gálatas 5:19-21 leemos:
“Cuando ustedes siguen los deseos de la naturaleza pecaminosa, los resultados son más que claros: inmoralidad sexual, impureza, pasiones sensuales, idolatría, hechicería, hostilidad, peleas, celos, arrebatos de furia, ambición egoísta, discordias, divisiones, envidia, borracheras, fiestas desenfrenadas y otros pecados parecidos. Permítanme repetirles lo que les dije antes: cualquiera que lleve esa clase de vida no heredará el reino de Dios.”
Notamos aquí que no hay distinción entre pecados “mayores” y “menores”. Todos son considerados igualmente ofensivos ante Dios, y quienes los practican no heredarán el Reino de los Cielos.
En lo personal, reconozco que hay momentos en los que he creído que la mentira, la crítica o el chisme no son tan graves. He minimizado estos pecados. Incluso después de 37 años de haberme convertido, aún lucho con esta mentira: que mi pecado no es tan grave.
A veces, para evitar un conflicto o no quedar mal con alguien, he dicho un “sí” sabiendo que no era cierto, o un “no” ocultando la verdad. Las conocidas “mentiritas blancas”. Pero, aunque quiera justificarlas socialmente, son mentiras, y mentir es pecado. El Espíritu Santo me lo revela, tanto a través de un sentimiento de culpa, como mediante la verdad de Su Palabra: “El Señor detesta los labios mentirosos, pero se deleita en los que dicen la verdad.” (Proverbios 12:22).
Podemos anhelar o querer tener cosas que tienen los demás, podemos exceder el tiempo que Dios nos ha dado en las redes sociales, podemos mirar a otros con envidia o crítica o creernos mejor que ellos. Podemos creer que mi pecado no es tan grave.
Sin embargo, tenemos esperanza. Gracias a Jesús, no estamos solas. Él envió al Consolador, el Espíritu Santo, quien nos redarguye y revela nuestros pecados. Podemos aferrarnos a la verdad de 1 Juan 1:9: “Pero si confesamos nuestros pecados a Dios, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.”
Les animo a permanecer en las Escrituras y en oración para que cada día nuestra vida sea transformada con la verdad de su Palabra.
Dios les bendiga,
Mariela Chirinos
Leer:
Toma un tiempo para leer, meditar y pensar en las siguientes Escrituras:
Y entonces agregó: «Es lo que sale de su interior lo que los contamina. Pues de adentro, del corazón de la persona, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, el robo, el asesinato, el adulterio, la avaricia, la perversidad, el engaño, los deseos sensuales, la envidia, la calumnia, el orgullo y la necedad. Todas esas vilezas provienen de adentro; esas son las que los contaminan».
“Entonces Pedro le dijo: «Ananías, ¿por qué has permitido que Satanás llenara tu corazón? Le mentiste al Espíritu Santo y te quedaste con una parte del dinero.” “¿Cómo pudiste hacer algo así? ¡No nos mentiste a nosotros sino a Dios!».”
Ahora bien, ¿eso significa que podemos seguir pecando porque la gracia de Dios nos ha liberado de la ley? ¡Claro que no!
Reflexionar:
Te animamos a que utilices estas preguntas para pensar, meditar y para compartir tus respuestas con alguien cercano (una amiga, un familiar o tu comunidad).
- ¿Cuáles pecados en tu vida crees que no son tan graves?
- ¿Cuál verdad o verdades en las Escrituras te ayudan a combatir esta mentira? ¿Cómo puedes hacer estas verdades una realidad en tu vida?
- ¿Te has encontrado en situaciones donde has recurrido a las “mentiras blancas” por creer que no son tan graves?